Los intendentes de Cambiemos le dan la espalda a Macri

nicolas_opi
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Hace unos días atrás, el Gobierno tuvo un backstage político inesperado. Mientras la corrida cambiaria hacía tambalear la estabilidad institucional, Cambiemos no encontraba apoyo entre los suyos, sobre todo en el PRO.

Más allá del habitual enojo de los radicales por no sentirse parte de las decisiones importantes, lo más significativo fue el desaire de los intendentes PRO del Conurbano ante el pedido presidencial de que “salgan a bancar el cambio públicamente”. La respuesta negativa puede encontrarse en varios factores, pero hay uno que hace prender las alarmas dentro de la mesa chica de Cambiemos: la conducción que María Eugenia Vidal tiene sobre los jefes comunales.

Las excusas y justificaciones fueron variadas. Lo que sí importó fue que todos dijeron que no. La mayor preocupación de los intendentes son los saqueos, repiten ante la consulta. Fue el mejor escudo que encontraron para soportar el asedio de la Casa Rosada para “salir a bancar a Macri”.

El análisis que hacen es de supervivencia. La reprobación a la gestión nacional, y en menor medida a la provincial, crece día a día por los errores económicos del último semestre que provocaron una disparada del dólar de $18 en enero a $40 en septiembre.

En las últimas dos semanas, antes y después del dólar a $40, los intendentes del PRO decidieron concentrarse cada vez más en sus distritos. Según hacen saber, encuentran mayor recepción en la gobernadora bonaerense que en los funcionarios nacionales, excepto Rogelio Frigerio, a quienes nombran como uno de los pocos que entiende la dinámica política.

Muchos de los jefes comunales ganaron por sorpresa en 2015 y desbancaron a históricos barones. Algunos tuvieron problemas para formar gobierno y ocupar cargos de gestión como fue el caso de Diego Valenzuela en Tres de Febrero.

Controlar la gestión, pero no el territorio. La mayoría de los intendentes de Cambiemos del conurbano tiene facilidades para llevar adelante sus gobiernos: cuentan con recursos nacionales y provinciales al alcance de la mano y obra pública garantizada. Los concejos deliberante no ejercen la oposición, ni el control gubernamental. Son una pared de papel, de apariencia dura, pero fácil de romper.

El máximo escollo es el territorio y en época de crisis se nota demasiado la falta de relación genuina. Por más sacrificio a fuerza de billetera, la política territorial como visita médica no tiene efectos positivos y ahora, cuando hay que probar legitimidad, se dan cuenta que no la tienen.

El fin de semana pasado, en Ciudadela, Tres de Febrero, hubo un intento de saqueo a un supermercado que está en las cercanías del Hospital Carrillo. Según las fuentes que conocen del territorio, la situación está muy complicada desde hace varios meses y está por rebasar. Hay un dique de contención política, es cierto, pero más por temor a ser acusados de instigadores que por cuidar la institucionalidad.

La política, como el fútbol, es la dinámica de lo impensado, el arte de lo posible. No sabremos cuánto durará esta soledad política del presidente, pero lo que sí está claro es que en la corrida cambiaria Macri perdió a unos cuantos intendentes PRO en el camino.

Autor: Nicolás Otero, periodista retirado.

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