«Hay una apuñalada que vive». Mí tía Gaby es la mujer que fue atacada por su ex pareja la semana pasada en El Palomar. El femicida le dio 12 cuchillazos pasadas las 18 horas en plena calle. Una cámara lo registró todo. Quiero decir algo como sobrino, varón y periodista.
La tía hace más de 10 años se separó de mi padrino. Luego comenzó a salir con quién sería su infierno. En la familia nos damos cuenta de algo recién hoy: la tía se empezó a alejar poco a poco. Cada vez la vimos menos. Pensamos que era por aquella separación, pero no.
En la familia, con más o menos detalles, supimos que sufrió alguna vez violencia por parte de su nueva pareja. Supimos de denuncias, de mis primos que sufrían por ella y esa relación. Lo que no supimos fue preguntar, hablar, llamarla. El tipo la fue alejando. Y no hicimos nada.
Ni hablar los varones de la familia. Por ejemplo, en mí caso para saber cómo andaba, le preguntaba a mi mamá. Ni siquiera a mis primos. Como si fuera algo tabú, o de ellas. Cosas que hablan las mujeres y los varones de la familia no nos metemos. Supongo que al resto le pasó igual.
Mí tía hizo denuncias, hubo perimetrales de años anteriores. A fin del 2022 volvió a hacerlas. El tipo no aceptaba el fin de la relación. La tía Gaby el viernes pasado tenía que retirar el botón antipánico. No pudo: estaba en una cama de terapia intensiva del Posadas, apuñalada.
Es el Estado que llega tarde. Son los mecanismos judiciales que no se accionan a tiempo. Es la falta de asistencia que no permite que ellas puedan salir a tiempo de las manos del violento. Es la historia previa de estos hechos del horror.
En el vídeo se ve que el tipo la apuñala 12 veces. Pero se estima que fueron más, que el ataque empezó antes, que estaba planificando. Era su ex pareja, cómo ocurre en más del 60% de los femicidios, según los datos de la Corte. Femicidas son los conocidos. No «loquitos sueltos».
Intentó matarla con un cuchillo, un arma blanca, el principal medio de los femicidas. Según los últimos datos de la Corte, el 31% de los casos ocurren así (son la mayoría). Luego el chabón se mató, como ocurrió con casi el 20% de los femicidas del 2021.
Como verán, todos los patrones del círculo de violencia se encuentran en lo que le pasó a mí tía. El no poder pedir ayuda, la familia que se aleja, la ayuda que se pide y no llega, el odio, la saña, el cuchillo, el suicidio. Esta es la historia de la tía Gaby, una sobreviviente.
Y como cualquier sobreviviente, necesitará de mucha ayuda profesional y contención familiar. Ojalá estemos a la altura. Y ojalá que quien lea esto, por menos que sean, reflexione si no hay una tía Gaby en su familia que hasta ahora no encontró ayuda.
Fuente: Texto publicado originalmente en un hilo de Twitter de Alan Benítez.