La pobreza que nadie mide: Las diferencias que padecen las mujeres en un injusto mercado laboral

Especialistas analizaron la desigualdad laboral entre hombres y mujeres, el otro gran reclamo del 8M que continúa pendiente.

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El tsunami de mujeres que protagonizó la histórica movilización del 8 de marzo por las calles de Buenos Aires tuvo réplicas en 51 países. La idea era denunciar y repudiar la violencia machista que daña y mata a una mujer cada 18 horas, pero también visibilizar las desigualdades que afrontan las mujeres en todos los ámbitos de su vida, poniendo eje en el mundo del trabajo.

Para empezar, las mujeres ganan menos que los hombres y no es un mito, es un hecho. Según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la brecha salarial en Argentina es del 27,2 por ciento. De ese porcentaje, el 13 por ciento se explica por factores como el nivel de educación o la experiencia laboral, mientras que el 14 restante no tiene justificación alguna, más que la cruda realidad: las mujeres ganan menos por ser mujeres.

En declaraciones con el programa Nenes de Antes, dos expertas analizaron esta problemática y la situación actual de las mujeres en el marcado laboral. Una de ellas fue Lucía Scuro, integrante de la división de Género de Comisión Económica para América Latina (CEPAL), quien explicó que esta brecha se mantiene en toda Latinoamérica, y que cuando las mujeres deciden salir a trabajar, la primera barrera con la que se chocan es con la del género: “Se encuentran con que hay una serie de responsabilidades que les asignaron, desde la preparación de alimentos hasta la higiene de la casa, pasando por las cuestiones afectivas, de cuidado y de crianza de los hijos, que tienen que resolver, y que las limita básicamente en términos de tiempo”.

A su vez, según un informe de la CEPAL, en los países de la región aumentó la cantidad de mujeres en el mercado del trabajo, pero en los últimos 10 años la tasa de actividad femenina se estancó en un 53 por ciento. Para Scuro esto se debe, por un lado, a que “hay mujeres que pertenecen a niveles socioeconómico bajos, donde el desempleo es mayor o sólo ofrecen bajas remuneraciones”, y por otro lado, a que “dentro de los sectores medios o altos no hay una fuerte motivación  porque el mercado laboral no ofrece empleos que permitan compatibilizar una vida familiar o personal con horarios o dinámicas laborales”.

Una de las claves para entender esta brecha salarial es el trabajo doméstico no remunerado. En muchos hogares, las mujeres relegan sus estudios y profesión para poder llevar adelante esas tareas y cuidar a los hijos. Así es despojada del mercado, y su ingreso salarial se vuelve nulo. Según el Observatorio de la Maternidad en la Argentina, las mujeres tienen cuatro veces más posibilidades de vivir en un hogar pobre si tienen hijos.

Al respecto, Mercedes D´Alessandro, economista argentina y creadora del sitio Economía Femini(s)ta, aseguró que las mujeres que son madres tienen una penalización extra en el mercado laboral y se manifiesta de varias formas, como por ejemplo, a través de la licencia por maternidad. “Las mujeres corren con esta desventaja. Y eso se traduce en un índice de desempleo muy alto”, precisó.

Es por ello también que las mujeres se enfrentan a una pobreza específica. Teniendo en cuenta que, según las cifras de la UCA, la pobreza en el país aumentó un 32,9 por ciento, las cuentas para D´Alessandro son claras: “Si pensamos que las mujeres conforman la mayor cantidad de trabajadores precarizados, que además ganan un 27 por ciento menos que los hombres y que les cuesta ascender a puestos jerárquicos, no hay manera matemática de que no sean las más perjudicadas cuando aumenta la pobreza”.

La conclusión, para ambas expertas, es la misma: si el Mercado cierra puertas, el Estado debería abrir una ventana. “Desde CEPAL esperamos que ningún Gobierno en la región promueva ningún retroceso en términos de derechos e igualdad”, señaló Scuro. En otras palabras, la idea es avanzar en políticas públicas para que las mujeres puedan acceder y moverse igualitariamente en el ámbito del trabajo. Pero eso, por ahora, es una deuda pendiente.

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