Si querés recibir las noticias del oeste en tu celular o enviar tu comentario, entrá a nuestro Whatsapp. También a Instagram, Twitter y Facebook.
En un fallo sin precedentes en la historia judicial argentina, el Tribunal Oral en lo Criminal N° 1 de Morón condenó a medio siglo de prisión a un empresario de Castelar al que se le comprobó que violó a sus cuatro hijas desde que eran niñas, un calvario que ellas se animaron a confesar cuando ya eran adultas.
Se trata de Alejandro Rosario Manuel Leguizamón, de 55 años y dueño de una fábrica de membranas, que también fue denunciado por ejercer violencia física y psicológica contra sus siete hijos y su esposa. La investigación se inició en 2016 cuando una de las víctimas recibió una carta escrita de puño y letra por su padre que decía: “Lo mío con vos no es abuso, es incesto. Yo estoy enamorado de vos y juntos tenemos que hablar con tu mamá para que haga una terapia y lo acepte”.
La joven, cuando tenía 26 años, no pudo soportar más el calvario y se quebró en un evento familiar. Fue allí cuando se enteró que sus otras tres hermanas habían sufrido la misma situación. Hoy ellas tienen 27, 29, 30 y 32 años, y transitaron el juicio juntas, en compañía de sus otros tres hermanos varones. Uno de ellos también había revelado abusos por parte de su padre.

Tras aquellos días de 2016, las hermanas se animaron a acudir a la justicia. Fue entonces cuando Leguizamón tuvo una orden de captura en su contra pero logró mantenerse prófugo durante 28 meses. La policía lo detuvo recién en enero de 2019 en una casa de Rafael Castillo, en el partido de La Matanza, donde estaba escondido y con un arma de guerra en su poder.
En los alegatos, el fiscal Pablo Masferrer acusó a Leguizamón por los delitos de “abuso sexual, abuso sexual gravemente ultrajante para la víctima reiterados -tres hechos-, abuso sexual con acceso carnal reiterados -en nueve oportunidades-, todos ellos agravados por haber sido cometido por ascendiente y por la situación de convivencia preexistente, todos concursados realmente entre sí y en concurso ideal con corrupción agravada por la violencia ejercida”, y además por las amenazas que el hombre hizo a sus hijas cada vez que estas amagaron con denunciar los abusos.
Esto, sumado al testimonio de las víctimas y testigos (un socio de Leguizamón declaró que este le decía que estaba en pareja con una de sus hijas) llevaron a que el TOC 1 de Morón, integrado por los jueces Claudio Chaminade, Juan Carlos Uboldi y Mariana Maldonado, condenara al violador a medio siglo de prisión. De nada sirvió la insólita explicación del acusado ante los magistrados: “a veces se me iba la mano”, expresó, además negar todo y denunciar “un plan” orquestado por su familia para quedarse con su fábrica de membranas Techflex.
El empresario seguirá cumpliendo su pena en la Unidad 39 de Ituzaingó. “Esto es empezar a vivir, porque yo no sé lo que es una vida sin violencia. Recién ahora estoy empezando a hacer lo que quiero para mi vida, y es lo que le quiero enseñar a mi hija”, le dijo a TN cuando se recompuso la mayor de las mujeres en uno de los pasillos de los Tribunales. “Yo no siento nada por él. Ni siquiera rechazo”, confesó otra de las hermanas. Se hizo justicia.