Cooperativa Aceitera La Matanza: cinco años de lucha, desde el vaciamiento a la consolidación

Se trata de la empresa recuperada por sus trabajadores cuando quebró Agroindustrias Madero. Los recuerdos de la toma de la fábrica, el camino a la legalización de la entidad y la actualidad del proyecto, entre los acuerdos con Acumar y el sueño de ser exportadores.

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El 14 de julio del 2016 a los trabajadores de la empresa Agroindustria Madero les llegó la notificación oficial de lo que ya se veían venir: se declaraba la quiebra y había 126 hombres y mujeres sin empleo ni indemnización. A cinco años de aquellos días de angustia, la historia es otra. Porque ese fue también el nacimiento de la Cooperativa Aceitera La Matanza que hoy es un ejemplo de autogestión.

Ubicada en Av. San Martín 5.840, en La Tablada, la cooperativa emplea a más de 90 trabajadores, es una de las principales proveedoras de Molinos Cañuelas; una de las empresas líderes en producción de alimentos, y hasta tiene su propia línea de aceite que comercializa en el interior del país.

Cuando Agroindustrias Madero quebró quedamos solo 20 trabajadores de aquellos 126. La gente tiene que comer y no todos podían aguantar en la aceitera sin cobrar, hubo separaciones, divorcios, enfermedades, no es fácil”, expresó a No Ficción José Vergara, presidente de la Cooperativa, quien graficó: “hoy somos más de 90, pero en el medio hubo gente que se fue y pudo volver”.

Esos 20 hombres que resistieron adentro de la fábrica lograron que para agosto del 2016 se les otorgue la matrícula de cooperativa y la justicia los autorice a trabajar en el lugar, por lo que fueron una de las primeras empresas recuperadas por sus trabajadores en la era del ex presidente Mauricio Macri en el poder.

Para la puesta en marcha de la planta reconocieron que fue importante el rol del municipio de La Matanza, que brindó asesoramiento legal. El director General de Trabajo del Gobierno Local, Darío Butera, recordó a este medio: “era conmovedor sentir el convencimiento que tenían de poder hacerse cargo y reflotar una empresa que había quebrado por culpa del desmanejo y la inoperancia de sus propietarios”.

Y precisó: “me acuerdo de haber recorrido las instalaciones sin funcionar y escuchar de boca de los trabajadores cómo iban a recuperar cada sector interno, cada máquina, en fin, tenían muy claro lo que querían y fue esa la base del éxito de esta fábrica recuperada por sus trabajadores”.

Desde entonces, la cooperativa tiene un directorio que es elegido cada dos años y donde se organiza la actividad interna y externa de la planta. En las asambleas se define todo: los aumentos, contrataciones, las producciones y los proyectos a encarar, como el almacén comunitario que abrieron en el barrio, donde los vecinos de La Tablada pueden conseguir productos a precios populares.

LA PRINCIPAL PROVEEDORA DE UN GIGANTE ALIMENTICIO

“Elaboramos el 80% de la materia prima de Molinos Cañuelas. Ellos traen los granos de soja y girasol, y nosotros lo procesamos”, explicó Vergara sobre la actividad actual de la cooperativa. Pero además, desarrollaron sus propias marcas de aceite, llamadas El Cortijo y Singular, que venden en Córdoba, Mendoza y San Luis.

El caso de la Aceitera La Matanza confirma la potencialidad de la autogestión de los trabajadores no solo en la producción sino en la generación de empleo. Mauro Castiñeiras, por ejemplo, es electricista e ingresó a la planta en octubre del 2018, “cuando fue la remontada de la cooperativa”, según sus propias palabras.

Mauro era cuentapropista, y desde que entró a la aceitera asegura que su situación económica cambió. “Ahora tengo una estabilidad y lo que puedo decir es que se trabaja distinto a una empresa o teniendo un patrón, hay respeto, hay otra confianza y no hay una tiranía”, manifestó a No Ficción. “Si bien hay órdenes puntuales, después el mantenimiento se hace porque cada uno al formar parte de la cooperativa sabe lo que tiene que hacer, y todo se charla”, explicó.

Por ejemplo, la cooperativa, que forma parte de un rubro esencial, tuvo un brote de Covid-19 en julio del año pasado, con 33 trabajadores infectados y un fallecido. “Cerramos por quince días y contratamos un laboratorio privado, porque todavía no había hisopados gratis. No fue fácil porque las empresas no quieren que cierres y dejes de producir, pero lo hicimos igual, y cuando estuvimos bien, volvimos”, contó el presidente de la entidad.

EL CAMINO QUE FALTA

A pesar del crecimiento de la cooperativa, aún quedan tareas pendientes. Se está avanzando con la regularización de los trabajadores a través del monotributo social, lo que permitirá que todos tengan cobertura médica y aportes jubilatorios, además de concretar el plan de reestructuración acordado con la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR) para sacar a la aceitera de una pesada herencia que quedó de cuando eran Agroindustrias Madero: salir de la lista de agentes contaminantes.

En la cuenca hay cerca de 100 cooperativas, de las cuales 17 tienen que readecuarse y es un proceso que lleva tiempo. Bruno de Alto, director General Ambiental de ACUMAR, precisó a este medio que «la aceitera está en un proceso de cumplimiento de su plan de adecuación y nosotros le damos seguimiento y análisis a dicho plan. Por supuesto que será adecuada ambientalmente si se cumple en tiempo y forma con los requerimientos de la normativa».

No Ficción pudo saber que la cooperativa hizo una inversión muy grande para readecuar la planta. De Alto, por su parte, contó: «con la aceitera venimos trabajando desde que arrancamos esta gestión. Formaron parte de las Mesas de Trabajo para la Adecuación de Empresas Recuperadas que comenzamos a realizar a partir del 2020 junto a la Dirección Nacional de Empresas Recuperadas del Ministerio de Desarrollo Social».

Consultado por cómo se trabajan estos temas con los trabajadores, explicó: “contemplamos mecanismos de apoyo para que las empresas recuperadas puedan equiparar sus capacidades a la de cualquier otro establecimiento, ya que estamos hablando de empresas recuperadas que vienen con muchas dificultades. Creemos profundamente que el saneamiento de la Cuenca Matanza Riachuelo también implica tener en cuenta estos procesos”.

El presidente de la Cooperativa Aceitera La Matanza cuenta que tienen un objetivo más: “nos gustaría llegar a exportar nuestros productos, es algo lejano hoy, pero no lo descartamos”. Hace cinco años estos trabajadores perdían su fuente de trabajo y pasaban sus días más difíciles, pero ahora el 2021 los encuentran con mucho camino por andar.

Por Alan Benítez
Fotos: ACUMAR

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