Advierten sobre el desembarco en La Matanza de constructoras sospechadas de estafas inmobiliarias en Ciudad de Buenos Aires

La desesperante situación de cientos de presuntos damnificados.

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“Totalmente decepcionado con la empresa Induplack en la cual confié mis ahorros en 2019 para comprar un departamento de pozo, ya se cumplió la supuesta fecha de posesión hace diez meses y aún ni ha comenzado la obra. Solamente dan explicaciones poco claras, evasivas, patean la pelota para adelante y no se presentan en la mediación, no recomiendo invertir con ellos”, dice Etiel R en el reconocido portal tuquejasuma.com.

“Me estafaron, me vendieron un departamento en H. Irigoyen 3132, en el barrio de Balvanera, el 2do A y al mes se lo vendieron a otra persona y al siguiente mes, lo vendieron a otro más. Tengo la factura de compra y el boleto de compra/venta firmado y certificado por un escribano. Me estafaron y no me están dando una solución, ni me contestan los teléfonos”, cuenta indignado Gustavo G.

Estafa, decepción, impotencia son las sensaciones recurrentes en cientos de familias perjudicadas desde el año 2011 hasta hoy, que soñaban con tener un techo propio y aseguran haber recibido como contrapartida indiferencia, la pérdida de sus ahorros, de la paciencia y su valioso tiempo en buscar otros damnificados y ayuda legal para recuperar al menos el dinero invertido.

Las constructoras en cuestión son Inconstech e Induplack, dedicadas a la construcción de distintos emprendimientos desde cero, lo que generalmente se conoce “de pozo”, en diferentes puntos de la ciudad de Buenos Aires y ahora también en Lomas del Mirador, donde tienen imponentes oficinas. Los propios damnificados identificaron a los dueños y responsables de la presunta maniobra fraudulenta como integrantes de una familia de apellido L´Abatte, cuyas caras visibles son Emanuel y Vito, padre e hijo, y Juan Ignacio (actual presidente de las empresas). No Ficción pudo saber que todos ellos tienen en su haber decenas de denuncias ante la justicia civil y penal por “estafas”. 

“La dinámica siempre es la misma: piden anticipo y cuotas para la supuesta entrega de departamentos (que nunca entregan) hacen una primera etapa de la obra que usan como anzuelo y luego los emprendimientos quedan abandonados”, advierte uno de los abogados que representa a varios de los perjudicados.

Flyer realizado por damnificados para escrachar a los dueños de la empresa.

En el mencionado portal de quejas, los comentarios negativos se multiplican. Federico G. cuenta: “Compré una unidad en Av. Rivadavia 10.581 en febrero del 2022, después de un año al ver que nada pasaba, agregando dinero cambié a otro dpto en Av. Juan B Justo al 2651. Nadie responde en la empresa Inconstech de por qué no comienza la obra. Preciso el dpto que pagué en su totalidad o la devolución del dinero”.

Según se puede reconstruir por este tipo de testimonios, los meses pasan, las cuotas son pagadas puntualmente, las obras son iniciadas para entusiasmar a los nuevos propietarios y en cierto punto cuando su construcción se detiene y todo queda sumido en el abandono, ya es tarde. A partir de ese momento quienes se sienten damnificados temen denunciar y perder lo invertido, y de ahí que el número de estafados sea superior a las denuncias realizadas, un riesgo que asumen o empiezan en el derrotero legal. 

Las quejas son interminables: “Compré un monoambiente en Caaguazu al 6144 con fecha de entrega diciembre 2022, en marzo del año siguiente, fui a la obra y estaba parada, nadie atiende los teléfonos”, afirma Daniel C

¿Qué hacer al momento de invertir en una vivienda en obra? 

Tomar todos los recaudos posibles, verificar la autenticidad de la constructora, su sitio web o redes sociales son una herramienta de venta y no sería suficiente. Se debería ir un paso más adelante, buscar referencias, alertas y comentarios de otros inversores. En estos casos llevan más de una década con una estructura empresarial y las mismas prácticas. Otro recurso es pedir los informes de inhibición y dominio ante un gestor o escribanía que certifique la autenticidad del título de propiedad o documentación. La “letra chica” de todo contrato debe ser verificada minuciosamente por un abogado o martillero público.

Ante la sospecha de un posible fraude inmobiliario, debería realizarse la denuncia ante la fiscalía correspondiente. 

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