Piden que el Papa Francisco declare en un juicio de lesa humanidad

El pedido lo hizo la defensa del genocida Julio César Leston. El nombre del Papa surgió en el relato de uno de los ex detenidos. La jueza María Claudia Morgese Martin deberá ahora decidir si requiere el testimonio del sumo pontífice. En el juicio se investigan los delitos de secuestro, tortura y desaparición en el centro clandestino Mansión Seré de Castelar y la Regional de Inteligencia Buenos Aires (RIBA).

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El Tribunal Federal 5 de San Martín escuchó vía zoom el testimonio de Sergio Gobulín y su esposa Ana Barzola. La pareja se exilió en 1976 y, desde ese entonces, vive en Italia. Al momento de su secuestro, Sergio vivía en una casilla en Villa Mitre, hacía trabajo social y había estudiado en la Facultad de Teología de San Miguel. De allí su vínculo con Jorge Bergoglio, por ese entonces cura y profesor.

Sergio Gobulín fue secuestrado el 11 de octubre de 1976. Ese día había pedido permiso en su trabajo para continuar la construcción de su casa en el barrio Santa Brígida. “A la salida del corralón me encuentro con un coche con tres personas que me preguntan si yo era Sergio Gobulín. Me hicieron subir al asiento de atrás y me llevaron a la casa de Santa Brígida. Ahí había otro coche más y cuatro personas más. Me empujan, me ponen las esposas, me vendan los ojos y me ponen en el baúl del coche”. Por ese entonces, Sergio trabajaba en el Observatorio Nacional de Física Cósmica. Meses atrás ya había sufrido otros allanamientos.

“A la tarde empezaron con el interrogatorio. Torturas y golpes con la cachiporra. Querían que dijera que formaba parte de un grupo que iba a asaltar la Base Aérea de Moreno. Esto me sorprende porque me imaginaba que me iban a preguntar por mi trabajo social en Villa Mitre. De eso ellos no sabían nada”, contó Sergio. En los días siguientes, la secuencia era la misma: torturas e interrogatorios por esa Base Aérea. Sergio distinguía el día de la noche por una pequeña ventana donde lo tenían encerrado. Allí estuvo 18 días. En ese tiempo no comió nada y solo dos o tres veces lo dejaron ir al baño. Una noche le hicieron sentir la voz de su hija. “Me dijeron ‘está tu señora y tu hija acá. Si no reconoces que sos parte del grupo nosotros vamos a tomar medidas crueles’. Eso fue lo más duro”.

Sergio fue liberado cerca del Hospital Posadas, a 500 metros de la casa de los padres de su esposa. “Mi suegro me llevó al hospital. Yo me arrastraba. No lograba caminar. Tenía la espalda dolorida. El médico al verme le dijo ‘lo saca inmediatamente de acá. Yo no lo voy a registrar. Lléveselo enseguida porque este no es un lugar seguro’”.

La intervención de Jorge Bergoglio

Mientras duró su cautiverio la familia de Sergio se contactó con Jorge Bergoglio. “El padre Bergoglio se puso en movimiento y logró identificar el lugar donde yo estaba. Había visitado el cuartel del Campo de Mayo y otros cuarteles. Bergoglio me confirmó que era la fuerza aérea la que me había detenido. Esto lo supe porque lo vi dos o tres veces después del 83”. En una de las charlas que Sergio mantuvo con Borgoglio apenas fue liberado fue sobre su exilio. “Yo le dije que nos íbamos a ir al interior del país. Él me dijo: ‘absolutamente no. El Ejército te está buscando’.

En los primeros días de enero de 1977, Sergio, su esposa Ana Barzola y su pequeña hija Natalia salieron del puerto de Buenos Aires hacia el puerto de Génova, en Italia. Durante la audiencia, la propia Barzola también declaró como testigo. El día de partir, “vimos de lejos la presencia de Bergoglio, que era nuestro amigo. Después nos vino a ver en Italia”, contó la mujer y agregó que fue el propio sumo pontífice quien les confesó que había recorrido distintos cuarteles y se había puesto en contacto con varios Generales para dar con el paradero de Sergio”. No dijo qué Generales.

El Tribunal Oral Federal 5 deberá ahora decidir si requiere el testimonio del Santo Padre. El actual Papa, por entonces Arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires, ya fue testigo en juicios de lesa humanidad en dos ocasiones: en la Megacausa Esma y en el Plan sistemático de robo de bebés. Su rol durante la dictadura cívico militar aún genera polémica. Sobre todo por su actuación durante el cautiverio de los religiosos Franzc Jálics y Orlando Yorio, quienes estaban bajo su orden en la Compañía de Jesús en la Nunciatura Apostólica en Budapest.

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