Cuando a mediados de 2016, los vecinos de Ciudad Evita recuperaron la quebrada Sociedad de Fomento 3 de Noviembre jamás pensaron que dos años después tendrían que volver a luchar por el predio. Ahora, acusan a un directivo de querer quedarse con la institución, realizan una permanencia pacífica y denuncian que en el lugar había restos de marihuana, pasta base y jeringas.
El 28 de diciembre del 2016, Emiliano Rodríguez asumió como interventor de la institución y se comprometió a normalizar las cuentas de la Sociedad de Fomento ubicada en Cátulo Castillo al 700 de Ciudad Evita. Pero según denuncian los padres de los chicos, los balances nunca se equilibraron ni primó la transparencia. Además, notaron que en ocasiones el sitio se cerraba, era utilizado para fiestas privadas y que incluso se había montado un buffet paralelo, por lo que lo recaudado no volvía a la institución.
Este año, los vecinos advirtieron que Rodríguez restringía cada vez más el acceso al club y descuidaba las instalaciones: cadenas en las puertas, suciedad en los baños y pastizales altos comenzaron a configurar la postal del abandono. “El dinero no se invertía en el club y se dejaron de pagar todos los servicios por lo que no tenemos luz”, explicó Angélica Fariña, miembro de la institución hace 15 años, a No Ficción Web.
En mayo, el interventor propuso crear un jardín comunitario, cobrar un arancel y brindar un incentivo económico de 1500 pesos por mes a las 8 docentes convocadas. “Nunca cobramos, ni para la Sube nos dieron”, se lamentó Valeria Giles, una de las maestras. Pese a eso, los 50 niños y niñas continuaron con sus clases hasta que, tras las vacaciones de invierno, la Sociedad de Fomento apareció completamente encadenada y con el mobiliario del jardín tirado a la calle.
Hace diez días, padres y vecinos de los 160 menores que, entre jardín y el club de fútbol, asistían al establecimiento decidieron ingresar al predio. Desde entonces, permanecen en las instalaciones con la finalidad de recuperar la institución fundada el 3 de Noviembre de 1963. Debieron soportar la desconfianza de algunos vecinos que especulaban con un futuro asentamiento y recibieron una denuncia por usurpación.
«Mientras limpiábamos nos encontramos con envoltorios de pasta base en el salón y marihuana, algo que en un lugar donde van niños no puede pasar», explicó Angélica que a su vez aprovechó para aclarar que “el club no está copado ni hay un asentamiento”. Es que Fariña fue llevada a declarar este martes por presunta usurpación del predio. “Nosotros también logramos denunciar lo que ocurría en el club y ahora estamos iniciando los trámites para volver a normalizar la institución”, relató.
Por el momento, los padres y vecinos lograron que el club vuelva a abrir sus puertas y así los chicos y chicas recuperaron su actividad deportiva y sus clases en el jardín. Sin embargo, como suele ocurrir en las sociedades de fomento o clubes de barrios, los conflictos de intereses están al acecho y aún resta saber en qué quedaran las denuncias cruzadas.