El video que se viralizó en las redes sociales es triste. Un operario de la cooperativa Cristales San Justo, en La Matanza, muestra cómo sus compañeros vacían los hornos, llenos de materia prima, por última vez. Algunos de ellos lloran, porque saben que será difícil que la fábrica vuelva a levantarse.
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“No podemos pagar el gas, tres millones y medio nos vino hoy. La fábrica está abarrotada de mercadería. No se vende, es un desastre. No podemos trabajar más”, indica el trabajdor que registra el final de esta etapa con su celular.
“El Estado no hizo nada para frenar la importación y el dólar se fue a las nubes, no podemos pagar el gas. No podemos juntar la plata para la mano de obra. Tuvimos que pinchar el horno. Así quedaron las máquinas después de 17 años de trabajo. Macri nos llevó a la quiebra”, se lamenta el hombre que detalla, además, que la empresa debe un millón y medio de pesos en mercadería.
El trabajador recordó también que el año pasado el ministro de Trabajo de Nación, Jorge Triaca, visitó las instalaciones y les “prometió una solución. Se fue y no volvió más”, se quejó.
Esta no es la primera vez que la fábrica tiene problemas. En 2001, la empresa había quebrado y sus entonces dueños dejaron un tendal de deudas. Meses después, los trabajadores lograron recuperaron el espacio y volvieron a poner en funcionamiento las máquinas.
La cooperativa llegó a tener 70 socios que producían ópticas para automotores y equipos de iluminación para el hogar. En su auge exportaron a Uruguay, Brasil y Chile. Vale decir que los autos nuevos de fábrica ya no utilizan estas ópticas, sino que el mercado es de reposición.
Pero la reciente apertura de las importaciones, la caída del consumo y el aumento de las tarifas del gas, volvió a torcer la suerte. Un dato no menor, es que los hornos de la fábrica deben permanecer las 24 horas encendidos, siendo el gas, el principal recurso de este engranaje productivo. Así pasaron de pagar 200.000 pesos de gas por mes en 2015 a los 3.500.000 que denunciaron en su última boleta.
Entre 2016 y 2017 la fábrica ya había cerrado sus puertas de manera preventiva. Los trabajadores se habían stockeado y preferían vender la mercadería antes que prender los hornos. La fábrica abrió sus persianas meses después y ahora vuelven a cerrar. Con suerte antes de fin de año volverán a producir.